“Camarón que se duerme se lo queda el chinito”
China comprará deuda pública de España y varios países de la UE
Nadie ofrece duros a cuatro pesetas y eso si que no es un cuento chino.
Todo parece indicar que le gigante chino está destinado a convertirse en la primera potencia mundial, solo está por ver si ese cambio en la hegemonía mundial será de una manera traumática o simplemente como resultado de un proceso evolutivo, de cualquier forma parece que ya estamos inmersos en lo que yo llamo “la guerra semidesnatada” entre China y EEUU,(con lo contentos que estábamos con el fin de guerra fría entre La URSS y EEUU), este nuevo conflicto se desarrolla en niveles y escenarios variados y dispares, al igual que la guerra fría.
De momento, en el teatro de operaciones económico la balanza se está desequilibrando rápidamente hacia el lado chino, y este desequilibrio está suponiendo ya un deterioro de los avances sociales que occidente con tanto esfuerzo había logrado debido a la competencia desleal en cuanto a costes sociales de la producción del modelo chino frente al modelo occidental.
Es de suponer que la enorme población china empiece a reclamar mejoras en sus condiciones laborales y de vida que compensen el desequilibrio, pero mientras el gobierno chino juega sus cartas, China está utilizando las ingentes reservas de dinero efectivo que le proporciona su abusivo sistema para comprar deuda pública de los países occidentales carentes de liquidez y con eso no solo obtiene beneficios económicos sino que también obtiene un importante arma de disuasión que la sitúa en una posición de fuerza en cualquier tipo de negociación o toque de atención de la comunidad internacional
Cada vez será más difícil para occidente reclamar derechos humanos para la población china si dependemos de la financiación que ellos nos quieran dar. En los acuerdos comerciales las empresas chinas saldrán beneficiadas y obtendrán unas condiciones contra las que las empresas y negocios occidentales jamás podrán competir, y no solo me refiero al comercio internacional y a las empresas localizadas en su propio territorio, empresas y negocios chinos se multiplican en las ciudades occidentales con condiciones, horarios y demás chinos. En occidente tampoco hacemos mucho para proteger lo nuestro sino todo lo contrario nos vienen con dinerito contante y sonante y no preguntamos, los demás que arreen.
No me gusta desearle el mal a nadie, ni me estoy haciendo mala persona todo lo contrario, me gusta que la gente prospere, pero el otro día a pasar por delante de la tienda de los chinos de la playa y ver colgado el cartel de;”SE TRASPASA” me alegré y no pude reprimir un liberador:
¡A joderse coño!.
No es que les tenga rabia a los chinos porque sospeche tienen una máquina ultrasecreta de ionización inversa que elimina los residuos alimenticios orgánicos y no comparten el invento con el resto de la humanidad, es muy raro que los restaurantes chinos apenas tiren desperdicios de comida. Un invento de esa magnitud podría cambiar el curso de la historia, algo así solo puede ser ideado por los chinos o por la marca ACME limited Corporation de Ilinois, Chicago.
Tampoco les guardo rencor porque todo lo que alguna vez he comprado en una de esas tiendas chinas en las que está todo tirado por el suelo, jamás me ha funcionado.
Una vez compré un tupperware en una tienda de chinos, lo estrené con un potaje de mi madre, cuando ya estaba en la furgoneta camino de casa, la tapa salió despedida como si un resorte la impulsara. En la siguiente curva el asiento del acompañante degustó el mítico potaje de berros canario.
Todavía mi compañera me abronca cuando ve la mancha en el asiento de la furgona, el “tupper”, que con el calor del potaje se había deformado, jamás volvió a cerrar bien.
Los mecheros clipper de los chinos también tienen efecto muelle; y a los dos días de comprarlos y todavía llenos de gas hasta arriba, la piedra y la ruleta salen volando.
¡Ah!, por cierto, la ruleta ya no es redonda y no intentes repararlo con la pieza del mechero clipper de verdad, (si, el que después de tres meses dando caña se le gastó el gas y hasta le tenías cariño), porque no encaja, a lo sumo lo que puedes hacer es usar los dos mecheros para conseguir fuego, el clipper verdadero para hacer la chispa y el clipper chino para el gas pero es un coñazo.
También están los bolígrafos de los chinos que aunque se parecen a los BIC de toda la vida, no lo son y tienen dos características fundamentales; la primera es que no pesan una mierda y la segunda es que no escriben, bueno, si escriben, pero solo dentro de la tienda del chino, en tu casa no.
Lo que de verdad me daba rabia es que dos años antes el local de los chinos era una Surf-Shop femenina,(he dicho SURF-shop, volverlo a leer despacio, siempre pensando en lo mismo, esas otras ahora ya son por internet que a la mayoría todavía nos da vergüenza).
La idea era buena, no había ninguna tienda surf totalmente especializada para chicas, los wetsuit,(trajes de neopreno) lógicamente y debido a causas fisiológicas son distintos para los chicos que para las chicas y como los trajes algunas cosas más, por mucho que alguna que otra miembra jóvena se empeñe en enmendarle la plana a la mismísima madre naturaleza.
Dos surferas del barrio, se atrevieron; dejaron sus trabajos, arriesgaron sus ahorros, se pelearon con medio mundo: con la administración autonómica, con la municipal, con los ecologistas de la oenegé para la defensa del “lagarto de buche rojo” que querían el local “subvencionadamente” por la cara, con la omnipresente policía local de playa, con los tramposos de la compañía de seguros y hasta con una mariposa que aleteaba por Wall Street.
Por fin, y con mucho sacrificio montaron la tienda.
El dueño del local no rebajaba un céntimo el alquiler porque la Concejalía de OENEGÉS ofrecía un pastón para los del lagarto, tampoco puso ni un solo euro para adecuarlo. Ellas mismas lo pintaron y les quedó de puta madre, con unos ramilletes de flores hawaianas dibujadas en las paredes. En los probadores y el baño, muy importante para las chicas que cogen olas en esos días que no saben a qué huelen las nubes, habían pintado un fondo marino con caracolas y estrellas de mar.
Iban “tirandito”, como decimos por aquí, pero un mal día amaneció el escaparate roto y la tienda saqueada.
Con los seguros pudieron seguir adelante pero la póliza aumentó considerablemente y les obligaron a poner una persiana metálica. La persiana costó un pastón ya que la Concejalía de persianas automáticas exigía el modelo más caro que vendía uno de los amiguetes del concejal. El dueño tampoco puso un cochino euro.
La sentencia de muerte de la tienda fue el segundo saqueo con rotura de persiana incluida. La logramos enderezar pero ya no subía, el mecanismo de elevación estaba totalmente roto. Una tienda de surf con el escaparate tapado es como una gaviota sin alas.
Tres días después de cerrar las niñas vinieron los chinos con un montón de cajas de cartón y una chinita embarazada. Tiraron a la basura las estanterías y llenaron aquello de curiosos objetos que no sirven para nada pero que son baratos.
En dos años jamás abrieron la persiana pero no cerraron nunca la tienda, ni de día ni de noche. Nació el chinito y creo que jamás salió de la tienda. La inspectora de la Concejalía de persianas automáticas tampoco volvió a pasar por allí.
No vendían mucho tampoco porque nadie en su sano juicio va a la playa para comprar un azucarero con forma de pato. Algún guiri despistado de los grandes cruceros del INSERSO de Alemania que recalan por aquí, compraba una figurita del pico Teide “made in China”. Lo chungo no era que la figurita de la montaña tinerfeña estaba fabricada en china sino que estamos hablando de Gran Canaria, joder.
Ahora los chinitos están en un pedazo de local en una de las mejores calles comerciales de la ciudad donde durante 40 años estuvo una prestigiosa firma local hoy desaparecida.
Solo espero que el dueño del local tarde mucho tiempo en volverlo a alquilar y en ese tiempo se le meta dentro del local un grupo de okupas antistema muy concienciados con la conservación del ecosistema, la viabilidad y solvencia de las fábricas de litronas de cerveza, que no le paguen un asqueroso euro, que no haya forma echarlos de allí hasta que le destrocen el local.
Solo me daría pena por las flores hawaianas de las paredes y las caracolas del baño y por supuesto de las niñas que siguen pagando el crédito de la persiana automática como unas campeonas.
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