La audiencia de Guipúzkoa condena a 4 guardias civiles por torturas a los terroristas de la T-4.
Dura lex ;sed lex. La ley es dura pero es la ley.
Es lo que tiene el Estado de Derecho que hasta los villanos más desalmados tienen derechos y garantías, como no podría ser de otra manera, en eso también ganamos los demócratas; los etarras se pasan por el forro de los cojones los derechos humanos de sus víctimas, empezando por el primero y fundamental: El Derecho a la Vida, cuando ejecutan sentencias de penas de muerte sobre inocentes ciudadanos sin siquiera hacerles un juicio previo.
Según la Audiencia de Guipúzkoa los 4 Guardias Civiles les metieron una somanta de hostias a los dos etarras sentenciados por el atentado en la T-4 del aeropuerto de Barajas, el juez cree a pies juntillas la versión de los hechos de los dos etarras en detrimento de la versión de los guardias civiles y considera que hubo torturas.
Hombre, abuso policial o malos tratos vale como animal de compañía y que los guardias asuman su responsabilidad, pero torturas y graves ya es otra cosa.
Al menos yo entiendo como tortura a aquellos tormentos que aplicaba la inquisición con todos aquellos artilugios que no creo se encuentren en ninguna comisaría, solo el hecho de haberlos diseñado ya merece el peor de los castigos para Torquemada y sus compinches . También entiendo por tortura los métodos que usaban los Nazis, los NKVD de Stalin, Los jemeres rojos de Pol-Pot y todos esos hijos de mala madre que han pululado por todos los tipos de dictaduras que ha probado la humanidad en sus carnes.
Pero aquí está la perversión de las palabras, convertir un abuso policial o malos tratos en tortura.
No despierta el mismo interés una condena por abusos policiales que se pueden dar en cualquier comisaría de cualquier país occidental que una condena por torturas y de ahí un gran titular para los que defienden al huevo Kinder que dentro no traía un juguete sino una peligrosa serpiente enroscada en un hacha:
“La txakurrada del estado español tortura brutalmente a indefensos abertzales”, La puta España es un estado torturador.
Está demostrado documentalmente que ETA, banda narco-mafiosa que se dedica al negocio de la extorción y que pretende usar las instituciones democráticas y los ayuntamientos para blanquear el dinero de esa actividad, en una directriz a sus miembros, los obliga a denunciar torturas siempre que sean detenidos y las organizaciones para-etarras y simpatizantes de los que recogen las nueces del árbol movido son las encargadas de poner el ventilador para esparcirlas con el objetivo de distraer la atención de sus brutales crímenes, conseguir cierta justificación por tales crímenes y poner la pelota en el tejado de la policía de un estado democrático, sujeta a posibles investigaciones y sometida a rigurosos reglamentos aprobados por un parlamento.
Si los detenidos no hubiesen sido etarras el titular para la misma noticia sería:
“La justicia española vigilante contra los abusos policiales”
El sentido común a un juez se le supone como a un militar el valor, y cualquiera con un poquito de sentido común estará de acuerdo conmigo que es imposible para un policía, aunque sea zipaio o txakurra, reducir a un peligroso delincuente armado ofreciéndole gominolas, chuches o cambiando cromos y en la mayoría de los casos tendrá que recurrir al jarabe de palo de toda la vida. No me imagino al Txapote intercambiando el cromo de Fernando Llorente del Atletic por el de Iker Casillas del Madrí con un picoleto txacurra, ni a su novieta, la barbie terrorista alias Amaia, sentarse por las buenas si la agente de la audiencia nacional le ofrece un chupa-chus kojak.
Zipaio: literal, soldado a sueldo o mercenario. Popular, ertzaina
Txakurra: literal, perro en euskera. Popular, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado
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